Existen los tacaños detallistas!

Un detalle, por pequeño que sea, debería ser una muestra de cariño sincero, un gesto nacido del corazón y no una transacción. Sin embargo, hay personas —en especial algunos hombres— que cuando te dan algo, no lo dejan fluir como un regalo auténtico: lo recuerdan constantemente, lo mencionan en cada conversación o incluso lo usan como moneda de cambio para esperar algo de ti.

Cuando eso ocurre, el detalle pierde su esencia. Ya no es amor, ya no es generosidad, ya no es un acto bonito… se convierte en una carga, en un recordatorio incómodo de que “te deben algo”. Y lo cierto es que el amor no se mide en favores ni en cuentas pendientes.

Un regalo que se echa en cara deja de ser regalo. Porque un detalle verdadero no espera nada a cambio: se da porque sí, porque la persona lo siente, porque le nace alegrarte el día sin condiciones.

Si alguien te recuerda una y otra vez lo que hizo por ti, lo que te compró o lo que te dio, no está amando desde la sinceridad, sino desde el ego. Y tú mereces un amor que no te haga sentir en deuda, sino libre y valorada.

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